Estoy certificada en Sanación Reconectiva y facilito procesos de auto-integración en niveles profundos de la consciencia.
Mi trabajo es una fusión de frecuencias de la Sanación Reconectiva y las enseñanzas y sabiduría de Plantas Sagradas, aportando claridad sobre la naturaleza de la conciencia, el amor y la interacción energética que sostiene nuestra realidad interconectada
A través del Proceso de Integración Espejo (MIP), guío a las personas a reconocer cómo la energía se refleja en sus vidas, mostrándoles cómo opera el falso yo y proporcionándoles las herramientas para disolver sus ilusiones. Este proceso restaura el equilibrio, ayudando a reconectar con el verdadero Ser.
Mi enfoque es uno de recordar e integrar: la sanación no es una solución externa, sino un regreso a la totalidad innata que ya existe dentro de ti.
Este nombre no se trata solo de mí; es un reflejo de la presencia radiante que habita en todos nosotros. Más allá del ruido de la mente, de las historias y las identidades, existe una conciencia luminosa y serena: la esencia de lo que realmente eres.
Mi más profundo llamado es facilitar el desvanecimiento de la ilusión, no añadiendo más capas de conocimiento, sino disolviendo lo que impide ver con claridad. Soy un puente entre la mente y el corazón, guiando la transición del entendimiento conceptual a la verdad vivencial.
Sintonizo con la energía detrás de tus palabras, percibiendo dónde se ha interrumpido el flujo. Tus palabras llevan frecuencias que revelan bloqueos energéticos, guiando mi conciencia hacia lo que busca liberación.
Mediante una percepción energética aguda, percibo patrones inconscientes, permitiendo que el equilibrio y el flujo se restablezcan de forma natural. Este es un campo intencional de resonancia, donde tu sistema reconoce, se ajusta y recuerda tu verdadera identidad.
Si el ruido en tu mente es implacable, si la quietud parece inalcanzable sin importar lo que hagas, esto es para ti.
Mi historia comenzó en 2005, cuando desperté de la hipnosis del condicionamiento religioso. Luego, en 2012, mi camino se profundizó con una revelación trascendental: un desmantelamiento que me mostró cómo la propia mente es la matriz, moldeada por el condicionamiento inconsciente y la programación colectiva.
Fue a través del dolor y sufrimiento emocional que esta exploración inicio impulsándome en un viaje imparable hacia la naturaleza de la realidad, la percepción y la disolución del falso yo.
En 2017, me certifiqué como Reconnective Healing Foundational Practitioner (Facilitadora de Sanación Reconectiva), expandiendo mi comprensión de la energía más allá de las técnicas estructuradas.
Luego, en 2019, las Plantas Sagradas se convirtieron en un poderoso catalizador—una iniciación hacia la unidad del Ser—permitiéndome integrar años de camino espiritual. Estas experiencias profundizaron el recuerdo de nuestra Naturaleza Divina.
Haz clic aquí si quieres explorar la historia completa de mis ceremonias con Plantas Sagradas.
Más allá de cualquier educación formal, mi camino ha sido de una profunda autoexploración—sumergiéndome en enseñanzas sagradas, misticismo, trabajo energético y conciencia multidimensional.
Guiada por resonancia en vez de dogma, he recorrido muchos senderos, siempre regresando a la misma verdad: la experiencia directa trasciende la creencia.
Esta forma de ver el mundo siempre ha sido natural para mí. Percibo con facilidad los patrones inconscientes a medida que emergen, permitiendo que la claridad y el equilibrio se revelen por sí mismos.
Lo que antes parecía simplemente mi manera de ser, se reveló como una capacidad más profunda: ver más allá de las distorsiones y guiar a otros hacia una mayor conciencia.
Mi camino ha sido uno de sentir las olas energéticas—contracciones intensas y rítmicas de energía que me moldean de formas que jamás podría prever. No son simples emociones ni fases pasajeras; son corrientes vivas de transformación, atravesándome, desmantelando ilusiones y llamándome a mi próxima evolución.
Hubo un tiempo en el que les temía. Cuando surgían, se sentían como sufrimiento—abrumador, implacables, empujándome hacia lo desconocido. Me resistía, aferrándome a lo que era, sin darme cuenta de que cada contracción era, en realidad, una expansión disfrazada.
Pero con el tiempo aprendí a verlas por lo que son: expansión. La energía que antes me parecía insoportable se convirtió en mi maestro más grande. Ahora, cuando las olas llegan, no las rechazo—las recibo. Les permito moverse a través de mí, sabiendo que no vienen a destruirme, sino a refinarme. Cada contracción da a luz una nueva comprensión, una encarnación más profunda de la verdad.
Así es como crezco. Así es como transmuto. Así es como mi vehículo físico se expande para albergar más luz. Con cada ola, me abro más, disuelvo ilusiones, historias y falsas identidades.
Y esto es lo que ofrezco en mi trabajo, porque sé que cada ser lleva consigo sus propias olas de devenir. Y cuando dejamos de resistirlas, cuando nos rendimos a su sabiduría, entramos entramos en contacto directo la inteligencia infinita.
Antes de que el nombre True Light (Luz Verdadera) me encontrara, tuve una serie de cuatro sueños—cada uno desplegándose como un mensaje enigmático, una pieza de un rompecabezas revelando algo más allá de mi comprensión consciente. Al principio, parecían aleatorios, desconectados—visiones de portales interminables, una figura misteriosa ofreciéndome algo invisible, un nombre pronunciado en un idioma que no lograba descifrar.
Pero cada uno era una pieza del rompecabezas, dispersa a lo largo de distintas noches, esperando ser comprendido, hasta que el último sueño encajó y todo tuvo sentido.
En aquel momento, no los reconocí por lo que realmente eran. Ahora, al mirar atrás, los veo como pequeñas revelaciones—transmisiones desde un lugar más profundo, esquivando mi mente pensante y hablándole directamente a mi esencia. No eran simples sueños; eran un recuerdo, un llamado, una frecuencia despertándose dentro de mí.